La práctica del sedentarismo, disfrutar de pequeños paseos por la montaña, son actividades frecuentes entre la población y muy recomendables. Pero estamos hablando de actividades en las que el calzado es una parte clave. ¿Qué es mejor: usar botas o zapatillas?
En primer lugar, desde la Unidad de Podología de Clínica Teknos, en Ourense, queremos destacar que botas o zapatillas son mejores o peores dependiendo de diferentes factores. Y en segundo lugar, insistir que en este artículo vamos a hacer referencia al senderismo de baja o media montaña en la que no es frecuente la nieve o el frío extremo. En estos casos en los que nos sometemos a circunstancias extremas, lo más indicado son las botas de montaña con unas características concretas.
Zapatillas de montaña vs Botas de montaña
Este tipo de zapatillas, diseñadas exclusivamente para la montaña, están provistas de suelas resistentes, con diseños "agresivos" que permiten una mayor fijación al terreno, contrafuertes armados, puntas reforzadas... Tienen muchos elementos en común con una bota de baja o media montaña, pero manteniendo la sujeción por debajo del tobillo.
Una de las ventajas de este tipo de calzado frente a las botas de montaña es la ligereza, lo que facilita la movilidad del pie.
En personas cuyos pies, tobillos o rodillas no están afectados por lesiones no hay problema en disfrutar de esa facilidad de movimiento que ofrecen las zapatillas de montaña. El pie está pensado para el movimiento; y una parte importante de la amortiguación de nuestro cuerpo, fundamentalmente de nuestra rodilla, se basa precisamente en el movimiento de pronación del pie.
Cuando el calzado limita el exceso de pronación, algo habitual en las botas, se produce una reducción de la disminución de la amortiguación del pie, generando un mayor impacto en el resto del pie.
Para aquellos pacientes que, por ejemplo, hayan sufrido varios episodios de esguinces en los tobillos, el uso de las zapatillas protegerá menos que el uso de una bota, que ayuda a mantener una mejor sujeción del tobillo.
La limitación en la flexión dorsal del tobillo, efecto que se ve favorecido con el uso de una bota, genera una marcha más plantígrada y el consiguiente aumento de tensión muscular en la fascia plantar (ligamento situado en la planta de nuestros pies) y en el resto de polea muscular posterior de la pierna (tendón de Aquiles, gemelos, sóleo, isquiotibiales, etc.), siendo más habitual tener una sensación de “piernas cansadas” después de su uso.
A la hora de elegir entre botas o zapatillas, es importante tener en cuenta en "drop" (diferencia de altura de la suela entre el talón y el antepie. Es decir, cuánto tacón tiene la zapatilla o la bota). En este sentido,es importante usar el drop al que estemos acostumbrados.
Si bajamos la altura del drop de forma brusca, lo que sería usar un calzado más minimalista, podemos sufrir problemas relacionados con el aumento de tensión en la fascia plantar y en la polea posterior de la pierna. Siempre recomendamos en caso de querer bajar dicha altura, hacerlo de forma muy progresiva y unida a un plan personalizado de estiramientos.
¿Botas o zapatillas?
En primer lugar, siempre la mejor opción es acudir al podólogo y que sea el especialista, en base a cada caso concreto, quién determine el tipo de calzado más adecuado. De forma genérica, podemos recomendar que puede ser buena opción combinar sujeción con movilidad, no usando siempre botas o siempre zapatillas, sino combinarlas según cada momento.